Ahora que me había acostumbrado a dormir sola.
Ahora que ya no soñaba con cuentos de príncipes ni princesas.
Ahora que disfrutaba de bailar todas las canciones a mi ritmo e inventandome las letras.
Ahora que ya no me miraba en los espejos para señalarme los defectos.
Ahora que mi sonrisa era solo mía.
Ahora que yo ponía las normas del juego,
tejía mi propia telaraña y no dejaba a títere con cabeza.
Ahora apareces tú y como por arte de magia pones en hora los latidos de mi corazón.
Ahora apareces tú y tus manos y a mí ya no me importa que este viaje termine en naufrágio.
Tú y yo en una isla desierte.
Ahora que había aprendido a jugar con la paja, ahora llegas tú y resulta que me pincho con la única aguja con la que no sangro. La única aguja con la que quiero tejer mi vida.
Y cuidar de las estrellas puede ser un buen castigo. Fito y los fitipaldis.